Desde muy pequeña me educaron con la lectura, no sólo como
un medio de aprendizaje, sino como una nueva y maravillosa forma de sentir,
amar, fortalecer, comprender... entiendo que es un registro que no todo el
mundo comprende, ni todo el mundo está capacitado para llegar a expresarla de
la manera que merece. Por todo ello, me gustaría finalizar el año con una
reseña a todos aquellos autores que son capaces de reunir todas las
características que conlleva la escritura en verso, no sólo aquellos con los
que hemos tenido el privilegio de compartir su aventura, sino de todos los que
por el motivo que sea no han llegado a publicar sus obras, aunque su potencial
sea o haya sido infinito. Felicidades a todos los que llegáis a conmovernos y
sabéis exprimir al máximo esta maravillosa forma de entender la lectura.
Seguidamente quiero compartir con vosotros la historia de
uno de nuestros poetas, que por motivos más que evidentes ha llegado muy muy
dentro del equipo Rapitbook. La persona en cuestión es el señor Vicente Lucas
Carrasco. Vicente es un autor de 89 años que me cautivó el primer día que entró
por la puerta. Sus palabras fueron: “Siempre he querido publicar un libro y
nunca he encontrado el momento”. “Pues ¡qué bien! Qué valor con esta edad
ponerse a escribir”, pensé yo. Todavía recuerdo cómo sacaba sus borradores de
su carpeta (que lo ha acompañado todos los días que ha venido a visitarme). Era
curioso cómo tenía todo organizado y al mismo tiempo era un desastre la forma
en que tenía todos los poemas. “Mi nieto me lo está pasando a ordenador. Yo de
momento no sé nada de mecanografía, pero que sepas que me he apuntado a clases
para que me enseñen y así no tener que molestar a Dani”. Yo no podía salir de
mi asombro. Y cuando pensaba que ya no podría sorprenderme más empezó la
aventura: su obra. Pequeñas composiciones poéticas que embelesan y consiguen
emocionar. Me encanta haber participado en su edición y haber compartido tantos
momentos con él. Es una persona grande, muy muy grande. Dejo a modo de ejemplo
una de las que más me gustaron a mí:
XIV
En el río se bañaban,
un príncipe y su doncella
una noche de verano
cuando dormían las estrellas.
Ella se quitó su capa,
él su espada y su guerrera,
se abrazaron fuertemente
en la noche sin estrellas.
Y en la aurora despertaron
felices y enamorados,
y cogiendo de las riendas
a sus dos caballos blancos,
convencidos de su amor,
al castillo regresaron.
Un placer haberte conocido, Vicente. Esperamos que tengas
muchísima suerte y que nos sigas cautivando con tu próxima obra, que si todo va
bien, se presentará en breve.
Para acabar, me gustaría hacer una mención a mi poeta
personal, mi luz y mi inspiración, que aunque no llegó a publicarse, ésta me
parece una bonita forma de mostrarla. Ahí os la dejo:
A LAURA
No
llores mi niña, ya viene tu mamá,
viene con premura, mi alborozada,
a callar tu llanto y a besar tu cara.
Quedará contigo muy acurrucada,
hasta que te duermas muy bien arropada.
Después seguro que vuelve a tu cama
a velar tus sueños muy de madrugada.
viene con premura, mi alborozada,
a callar tu llanto y a besar tu cara.
Quedará contigo muy acurrucada,
hasta que te duermas muy bien arropada.
Después seguro que vuelve a tu cama
a velar tus sueños muy de madrugada.
Y
verás en sueños sirenas doradas,
Peter Pan y Garfio en duelo de espadas.
Piecitos y Sera volverán mañana,
para ver a Bestia bailar con su Dama.
Te llevará Dumbo al cielo en sus alas,
encontrará Pinocho a la ballena mala
y reirá Cenicienta porque hoy vino el hada.
Peter Pan y Garfio en duelo de espadas.
Piecitos y Sera volverán mañana,
para ver a Bestia bailar con su Dama.
Te llevará Dumbo al cielo en sus alas,
encontrará Pinocho a la ballena mala
y reirá Cenicienta porque hoy vino el hada.
Y
cuando hayas crecido y no quede nada
de tu aliento fresco de rosas tempranas,
ni de tu inocencia de niñez bañada,
quedará siempre la dulce mirada
de mi tierna niña, de su voz amada.
Y como un pajarillo desde tu ventana,
si tú me lo pides, cantaré una nana.
de tu aliento fresco de rosas tempranas,
ni de tu inocencia de niñez bañada,
quedará siempre la dulce mirada
de mi tierna niña, de su voz amada.
Y como un pajarillo desde tu ventana,
si tú me lo pides, cantaré una nana.
PAPÁ - 1992