viernes, 29 de enero de 2016

El guardián entre el centeno de J.D. Salinger



Hoy quiero hablar del último libro que me leí, fue durante mi último viaje. Me encanta leer cuando viajo, las sensaciones que tengo se mezclan con las que me producen un buen libro.

Me hubiese gustado leerme este libro cuando era una adolescente, me identifico en algunos aspectos con el protagonista, la soledad e incomprensión que sientes en algunos momentos a esa edad, el odio por todo su alrededor. Debería ser una lectura obligatoria en el colegio.

La historia trata del viaje de vuelta a casa de un chico, Holden Caulfield, un niño rico expulsado del colegio por pasar de todo, no quiere que sus padres se enteren antes de que les llegue la carta y decide pasar unos días vagando por Nueva York.

Tampoco es que le pase nada en especial, no es una aventura, es simplemente el día a día de un chico, pero con una particular manera de ver las cosas que te atrapa, te hace odiar lo que él odia y amar lo que él ama (a su hermano y a su hermana).

Supongo que aún existe una adolescente dentro de mí, que se pregunta por su alrededor, y que no sabe bien qué pasará mañana.

Recomendadísima.



Una de mis partes favoritas es cuando habla de los patos de Central Park, haciendo referencia a las personas que desaparecen de tu lado de repente, sin previo aviso, y ya nunca más volverás a verlas.

A continuación pongo un fragmento.

-Dígame, Howitz -le dije-. ¿Pasa usted muchas veces junto al lago del Central Park?
-¿Qué?
-El lago, sabe. Ese lago pequeño que hay cerca de Central South Park. Donde están los patos. ¿Sabe, no?
-Sí. ¿Qué pasa con ese lago?
-¿Se acuerda de esos patos que hay siempre nadando ahí? Sobre todo en primavera. ¿Sabe usted por casualidad dónde van en invierno?
-¿Adónde van, quiénes?
-Los patos. ¿Lo sabe usted, por casualidad? ¿Viene alguien a llevárselos a alguna parte en un camión o se van ellos por su cuenta al sur, o qué hacen?
El tal Howitz volvió la cabeza en redondo para mirarme. Tenía muy poca paciencia, pero no era mala persona.
-¿Cómo quiere que lo sepa? -me dijo-. ¿Cómo quiere que sepa semejante estupidez?